El paciente ha de permanecer sentado o tumbado en una camilla dependiendo del área o áreas que le vayan a explorar, lo más relajado posible. Deberá desnudar la zona del cuerpo que vaya a ser estudiada. Una vez en esta posición, el profesional sanitario le colocará una serie de electrodos en forma de aguja muy fina que se introduce en el músculo o grupo muscular objeto de estudio. Estos electrodos van conectados a una máquina denominada osciloscopio. Los electrodos emitirán impulsos eléctricos que provocarán ligeras contracciones involuntarias de los músculos en los que están insertados y, a su vez, estas contracciones generarán actividad eléctrica que será captada por los electrodos y transmitida al osciloscopio, donde quedará registrada. Este es un tipo de registro que se realiza con el músculo en reposo y sólo sometido a estimulación mediante los electrodos. La duración de la prueba es variable dependiendo de las zonas a explorar. Lo normal es que dure de 20 a 30 minutos.
El electromiograma (y también el electroneurograma que suele realizarse simultáneamente) se practica en un gabinete de Neurofisiología en cualquier momento del día y sin necesidad de que la persona se someta a ninguna preparación especial. La toma de determinados medicamentos como los antiagregantes y los anticoagulantes aumenta el riesgo de sangrado debido a los pinchazos con las pequeñas agujas de los electrodos. Si está tomando alguno de estos medicamentos, coménteselo al médico que le vaya a realizar la prueba.
Por lo general, la prueba es bien tolerada, aunque ciertamente causa alguna molestia e incluso, dependiendo de la sensibilidad de cada persona, un cierto dolor. Esta molestia obedece a los estímulos eléctricos que el paciente recibe a través de los electrodos y que son como pequeñas descargas eléctricas y a los leves pinchazos que recibe en las zonas donde se le colocan los electrodos.
Podría darse el caso, muy raro, de personas que son alérgicas a la sustancia de la que están compuestos los electrodos, lo que podría hacer que esta prueba estuviera contraindicada en ellas.
El registro del electromiograma es un procedimiento diagnóstico muy seguro en sí mismo, prácticamente exento de riesgos, a pesar de que se trata de una técnica ligeramente invasiva y agresiva (los pinchazos de los electrodos y las descargas eléctricas).
Riegos, muy poco probables y que aparecen de manera excepcional, son el sangrado en los puntos de inserción de los electrodos y la infección en esos mismos puntos. En todo caso serían situaciones sin mayor trascendencia clínica y fáciles de solventar con el correspondiente tratamiento.
Los hematomas que podrían aparecer en los días posteriores a la realización de la prueba en los puntos de inserción de los electrodos desaparecerán de manera espontánea en unos pocos días.
Igualmente, la sensibilidad o las molestias que pudieran resultar de la realización de la exploración se solucionarán sin ninguna complicación con la medicación analgésica adecuada.
Permite conocer el funcionamiento del sistema nervioso periférico (músculos y nervios que los inervan), lo que permite determinar si tal funcionamiento es adecuado o no. Además de servir para diagnosticar una amplia variedad de trastornos o enfermedades neuromusculares, el electromiograma permite localizar con notable exactitud la zona lesionada (una mano, un brazo, una pierna), o determinar que se trata de algo más difuso. Y no sólo esto; también permite identificar el tipo de estructura afectada: un nervio, un músculo…
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